Resumen: Hubo diferentes iniciativas de colaboración entre los fabricantes de cemento del Bajo Urola, bien para responder a demandas concretas del mercado o para acciones comerciales de mayor alcance. Así, el año 1888, crearon el Sindicato de Cementos rápidos de Zumaya, que fue reconstituido en 1915, y finalmente Cementos de Zumaya, S.A., en 1922; agrupando a la práctica totalidad de los fabricantes de cada época.
Iniciativas de colaboración
Puede decirse que a lo largo de su historia, las fábricas de cemento natural de Zumaia y alrededores, practicaron diferentes formas de cooperación entre ellas e incluso con otras firmas, para responder a las oportunidades y necesidades que se les planteaban en el desarrollo de sus negocios.
Cuando la fabricación de cemento era aún incipiente, se vislumbraban buenas expectativas en el mercado de los grandes proyectos de obras públicas de España, debido al traslado de las aduanas del Ebro a la costa en 1841. Uno de estos proyectos fue el del «Canal de Isabel II», de Madrid y ante su inminente comienzo, Eusebio Gurruchaga decide aliarse con otras personas relacionadas o interesadas por el sector de la construcción. Así, junto con Lucio del Valle, Francisco Orueta, Pedro Zuazubiscar y Jose Ibarra crea, el año 1849, la sociedad denominada Cemento natural de Zumaya, con sede en Madrid, con un capital social de 200.000 reales. Aunque la gestión de la sociedad estuvo a cargo de Zuazubiscar, el poder de firma quedó en manos de Gurruchaga.
El primer acuerdo de suministro de cemento para las obras del citado canal fue establecido en Zestoa, el 22 de marzo de 1853, entre la Sociedad Ibarra y Gurruchaga y Orueta y Zuazubiscar y la sociedad Irabide, formada por Eusebio Gurruchaga y José Leonardo Corta, a la que se adhirieron las fábricas de “Guardia”, “Becola”, “Oiquina” e “Iraeta”, que se encargarían de vender el cemento a la primera de las sociedades.
Años más tarde, “(…) a fin de evitar la ruinosa competencia que vienen sosteniendo (…)” entre los fabricantes de cemento hidráulico, decidieron “(…) establecer por medio de una Liga precios de venta razonables para sus productos”. Así se recoge en escritura pública otorgada ante el notario de Zestoa, Agustín Aizpuru, el 14 de julio de 1883, en la que intervinieron: Eusebio Gurruchaga, como único dueño de la fábrica “Nuestra Señora de los Dolores”; Niceto Aranguren, como único arrendatario de la fábrica de Iraeta, propiedad del Duque de Granada; José Luis Corta, como socio y representante de José Luis Corta y Compañía; José Vicente Echeverria, como gerente de la sociedad Echeverria, Echave y Compañía, propietaria de la fábrica de Auspandegi, y Pedro Olave, como socio y en nombre de Garchotenea y Compañía, de la fábrica de Oikia.
Además de colaborar sumando sus producciones para atender pedidos importantes, como en el caso anterior, también debieron tener algún tipo de cooperación en el ámbito del transporte del producto, según se recoge en la crónica periodística de un acto celebrado el 1 de junio de 1885, en Ondarroa “(…) una sencilla fiesta popular con objeto de celebrar la inauguración de un magnífico bergantín que ha sido construido en los astilleros de los Sres. Arriola e hijos de Bilbao, para el servicio de las fábricas de cemento natural de Zumaya y que lo destinan al transporte de dicha mercancía a los puertos de Bilbao, Gijón, Cádiz, etc.”, y se añade que “D. Manuel de Beobide, coadjutor de Zumaia, fue el encargado de las ceremonias de la bendición”.
Dando un paso más, el año 1888, constituyen una sociedad bajo la denominación de Sindicato de Cementos rápidos de Zumaya, de la que formaron parte las fábricas: “Nuestra Señora de los Dolores”, de Eusebio Gurruchaga; “Bedua”, de Juan Bautista Uriarte; “Santa Cruz” e “Iraeta”, de Corta y Compañía; “Ventura” y “Concepción” de Echeverria y Compañía, y “Oiquina”, de Olave y Compañía. El objeto de la entidad es “vender y proporcionar salida en las mejores condiciones a los productos de las fábricas asociadas y desarrollar en escala conveniente las operaciones mercantiles relacionadas con este negocio”.
Sin embargo, apenas duró un año dicha sociedad, pues el 29 de enero de 1890 formalizaron su disolución, nombrando como liquidador y representante legal de la entidad a Venancio Zubimendi, en sustitución del gerente, Eusebio Gurruchaga, que cesó en el cargo al hallarse el Sindicato en liquidación.
Por otra parte, se conoce la existencia de la «Unión para Envases», antes del 28 de octubre de 1900, formada por fabricantes y distribuidores de cemento natural de Zumaia, Donostia y Bilbao, que gestionaba la devolución de dichos elementos, pues en una circular de esa fecha se comunica a sus clientes que a partir del siguiente 15 de noviembre, las ventas de cemento se harán con envase incluido “sin devolución o sea a envase perdido”. Las fábricas asociadas que figuran al pie de la citada circular son las siguientes: Yesos y Cementos Daniel de Basaldua, Pedro de Gurruchaga, Corta y C.a, Hijos de J.M. Rezola, Uriarte Zubimendi y C.a, Compañía Bilbaina de Cementos y Cales hidráulicas, Ramirez de Arellano y C.a, Echeverria y C.a, Olaizola y C.a, Sansinenea e hijos, Esteban Aranguren y C.a Cinco años más tarde, convocaron a los asociados a una reunión para tratar la conveniencia de continuar con dicha medida, pero desconocemos la decisión tomada
A principios de 1915, se vuelve a crear otra sociedad similar a la del año 1888, con la misma denominación de Sindicato de Cementos Rápidos de Zumaya, formada por las fábricas “Santa Cruz” e “Iraeta”, de Corta y Compañía; “La Carmen”, de Gracián Alberdi; “La Ventura y Concepción”, de Echeverria, Castillo y Compañía; “Bedua”, de Uriarte, Zubimendi y Compañía, y “Oiquina”, de Olaizola y Compañía. Es de señalar la incorporación de la fábrica “La Carmen”, así como la ausencia de “Nuestra Señora de los Dolores”, para entonces propiedad de Sansinenea e hijos. Además de velar por los intereses de las asociadas, gestionaba la información de las producciones de cada fábrica y la devolución de los sacos. En documentos de la sociedad, del año 1918, figuran Ramón Martiarena y Estanislao Echave como gerentes de la misma.
Siete años más tarde, el 31 de diciembre de 1922, las sociedades anteriores o sus sucesoras, Corta y Compañía; Cementos Uriarte y Zubimendi,S.A.; Juan Alberdi, sucesora de Gracián Alberdi, y Cementos de Zumaya y Electricidad, S.A., sucesora de Echeverria, Castillo y Compañía, deciden unirse para comercializar su producción de cemento natural. Con esta finalidad constituyen Cementos de Zumaya, S.A., manteniendo cada uno de sus miembros su independencia como sociedades que gestionan la producción de sus respectivas fábricas. Se desconoce la sede inicial de la sociedad, pero hacia 1928 se estableció en las oficinas del edificio de almacén que Uriarte y Zubimendi, S.A. construyó en el puerto de Zumaia. Este edificio, que se conserva hoy en día, fue habilitado en la década de los 90 para viviendas y locales comerciales. En anuncios publicitarios de años posteriores, Cementos de Zumaya, S.A. se presenta como Administradora de las cuatro entidades asociadas.
A raíz de la depresión económica de 1929, las empresas asociadas sufrieron una severa crisis los años previos a la Guerra Civil, tal y como se refleja en la copia del escrito enviado al Gobernador Civil de Gipuzkoa, y que el administrador de la sociedad, José Mª Arroyabe, remite al alcalde de Zumaia con fecha del 30 de mayo de 1936. Estas son las ventas conjuntas de las cuatro empresas asociadas, en toneladas, en los años que se señalan y que figuran en el citado escrito:
Año | 1926 | 1927 | 1928 | 1929 | 1930 | 1931 | 1932 | 1933 | 1934 | 1935 |
Tns. | 37.659 | 31.559 | 41.476 | 38.951 | 30.997 | 30.495 | 22.303 | 22.343 | 18.140 | 21.144 |
En el mencionado escrito informan de que “ (..) los almacenes están completamente llenos y nuestras disponibilidades monetarias están agotadas (..) nos vemos en la sensible necesidad de manifestar a V.E. el cierre de las fábricas, a partir de julio actual”
Señalar que el 12 de noviembre de 1935, Estanislao Echave Galarraga, como gerente de Cementos Zumaya, S.A., solicitó al Gobernador Civil de Gipuzkoa la inscripción a nombre de esta sociedad las minas “La Cuarta”, “Petra”, “Demasía de Petra”, “Irabide”, “Gloria” y “Faustina”, adquiridas a Vicente Sansinenea, el 21 de marzo del mismo año.
La actividad de la sociedad cesó el año 1972, con el cierre de la fábrica “Bedua”, que era la única asociada que se mantenía en activo. La disolución se formalizó el 18 de mayo de 1998.
El renombre del cemento “Zumaya”
Es de subrayar el renombre que adquirió el cemento “Zumaya” que mereció la atención de destacados técnicos de la construcción, tales como el ingeniero francés Louis Vicat, máxima autoridad de la época en cementos hidráulicos; Manuel Pardo, ingeniero jefe de caminos, canales y puertos; Enrique Repullés y Vargas, arquitecto y miembro de la Real Academia de San Fernando, entre otros.
Los ecos de la fama del cemento “Zumaya” llegaron, también, hasta algunos eventos científico-técnicos de nivel internacional de la época. Uno de ellos, fue el primer Congreso Internacional de Trabajos Marítimos celebrado en París, el año 1889, coincidiendo con la Exposición Universal donde el reputado ingeniero de caminos, canales y puertos, Fernando García Arenal, presentó una nota acerca de los cementos de fraguado rápido de Zumaya.
Otro de los ejemplos, lo tenemos en el congreso que la Asociación Internacional para el Ensayo de Materiales de Construcción celebró en Estocolmo en 1897, en el que José Eugenio Ribera, ingeniero de caminos, uno de los primeros investigadores del hormigón armado en España y coautor del proyecto del puente Maria Cristina, de Donostia, dijo en su intervención entre otras cosas: “los cementos de Zumaya, de Portland Boulonnais, de Portland, grappiers (..) se disputan la preferencia de los ingenieros..”
El empleo del cemento “Zumaya” en las obras públicas
El cemento fabricado en el Bajo Urola era especialmente adecuado para las obras hidráulicas por su fraguado rapidísimo. Además de algunas de las obras en las que se utilizó en el propio pueblo de Zumaia, por ejemplo en la traída de aguas del año 1852, en la baliza y la barra de entrada del puerto, el frontón o el lavadero, se pueden citar otras de mayor envergadura, por ejemplo, en Euskal Herria en los puertos de Donostia, Pasaia, Bilbo, y en el Estado español en el Canal Isabel II, de Madrid, el año 1853; en la formación de los bloques de hormigón en la construcción del muelle de Santa Catalina, de Gijón, el año 1865; en el Dique seco de Matagorda, en Puerto Real, en 1877; en el Puente del Congosto, sobre el rio Tormes, en 1877; en el Puente internacional sobre el río Miño, en 1885; en las obras de mejora de la ría de Bilbao, en 1886, y el Metro de Madrid en 1919.
En Francia fueron numerosas las obras marítimas donde fue utilizado, por su inalterabilidad con el agua del mar, mereciendo destacarse entre ellas, las de los puertos de, Sables d’Olonne y Point de Grave.
Es de destacar, también, lo argumentado por el ayuntamiento (basándose en los datos de la Aduana de Zumaia del año 1881) en la solicitud dirigida al Ministerio de Fomento, en mayo de 1882, para que declarase de “Interés General” el puerto de Zumaia, “(…) su comercio y su industria marítima, no sólo se concreta a la industria y transacciones locales, sino que se extiende a todos los principales puertos de España y también a muchos de Europa y algunos de América y Africa; y que el tráfico de este puerto interesa a las demás provincias lo prueba la demanda constante de cemento natural, sin rival en su clase, que cada día con mayor estimación exporta en grandes cantidades para todas las principales obras hidráulicas, tan importantes como las de Pasages, San Sebastián, Bilbao, Santader, Gijon, La Coruña, Ferrol, Vigo, Cádiz, Sevilla, Málaga, Alicante, Cartagena, Ceuta, Melilla y otros muchos; en el extranjero las de Socoa, Verdun, Burdeos, Yle de Ré, Hauvre, Yslas Yersey, Amberes, etc.; y la exportación para puertos de Ysla de Cuba, Buenos-Aires, Montevideo, Valparaiso y otros muchos.”